lunes, 22 de septiembre de 2014

IRIS, LA LUZ DE SUS PUPILAS, ILUMINAN MI DESTINO

Era lo más cálido de un rayo de sol,
la frescura de la nieve que apetece y no quema sobre la piel,
el justo paso del tiempo
cuando no se advierte su huella. 
De su mano llegabas a la última calle
y encontrabas poesía en las costuras de su vestido;
ofrecía de un soplo llanos caminos
plácidas noches que soñar despierto
y sintiendo la dicha de saber que al amanecer
despertarías sobre un lecho de pétalos tiernos
rociados de mil y una caricias,
de la esencia de la vida comprimida
que guardaba en su cabello y
al olerlo entre tus manos sentías la brisa del mar
la quietud de saber que cuando estabas entre sus brazos
no había más peligro que dejarla marchar
saber que podía volar tan alto hasta rozar el esplendor de la luna;
saber que era de la textura de un sueño,
de la realidad de una ilusión
era de la madre que la ofrece a la tierra desnuda,
que la deja en el lugar adecuado donde poder sobrevivir,
donde el alimento se ofrece sin llorar,
sin clamar al infinito cielo con gritos que desgarran.
Sin querer se volvió presencia que probar
locura de campanilla de latón
promesa tan cercana como el próximo verano,
recreo en un valle por el que perderse de puntillas
llevándola tan dentro de ti como al corazón que se esfuerza en latir
golpeando tan fuerte para hacerte sentir...
que vives,
que amas,
que sientes,
que eres,
que existes,
que ocupas,
que sueñas,
que vuelas,
que eres lo que tú quieras ser
cuando te dejas envolver en el halo de sus encantos benditos,
que estando en cualquier rincón puedes sentir un espacio en tu interior
que poder ofrecerle para que pueda soñar despierta
con un mundo a su medida que abrir a sus pies descalzos,
humildes de viajes en compañía de dulzura pero en busca
de todo lo que esconde un silencio que se espera,
que ella espera como semilla que sembrada se contempla
hasta que brota a ras de suelo y ofrece su belleza
a cambio de gotas de lluvia y sonidos naturales
como el cauce del río sobre el que volver a vivir después de una derrota emocional que parte en pedazos...
Mayte Pérez ( Mi dulce y pequeña ratita que endulza al rocío temprano del alba)



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