He visto la pluma de un ángel,
colgada del techo del cielo;
la aleta de una ballena asomar,
surcando las aguas cristalinas,
entre la espuma de las olas;
la sal de la tierra en contacto con las gotas de lluvia dulce mezclarse,
y entrar a formar parte de las entrañas de sus profundidades.
He visto como la luna de plata,
siendo tan pequeña a lo lejos,
alumbra a la fría noche de invierno,
esperando en silencio recibir al calor del sol,
que derrite a los primeros copos de nieve que perdidos,
se dejaron caer sobre la tierra,
donde la sal dejó su huella.
He visto de nuevo a la luz del sol en tus pupilas,
a la brisa del mar entrar por las mangas de tu camisa azul,
a la deliciosa esperanza perfumar,
las sábanas dulces de la cama donde sueñas
y al despertar he visto un horizonte asomar su perfil.
He visto como unías la orilla del Este y la del Norte,
con el puente de tus brazos;
como tendías tus promesas al viento
para hacer llegar hasta el mapa de un mundo,
la caricia de tus palabras mudas que, sin embargo,
se escuchan junto a un latido,
susurrar un infinito,
tan pesado como el plomo,
tan ligero como una burbuja fugaz
que se escapa por la ventana de tu mirada.
He visto una casa sin puertas,
de la que salir sonriendo,
una escalera a rayas que subir volando
un camino de cristal tallado,
donde brillan tus emociones,
una pradera por la que pasear,
sobre tus hombros, tan dorada como lo fueron tus días aquella vez.
He visto como soñabas, anoche mientras dormías y me fui, sin decirte mi nombre...
Mayte Pérez