"MUDITO, CORAZÓN DE LEÓN"
30 de abril de 2012 a la(s) 23:38
Al margen del mundo,
en una habitación de
paredes de papel del color de la vainilla,
imagina Mudito, Corazón de León.
Inventa viajes en aviones de papel que vuelan como las
gaviotas,
caza caramelos cuando
nadie le ve
y duerme con tabletas
de chocolate debajo de la almohada.
Mudito mira sorprendido a los mayores y no les entiende,
le gusta que le sonrían, pero tan solo un ratito,
que no le invadan su
rincón favorito,
hecho de pilares de
plastilina
y con techo del
cartón de la caja de zapatos de papá.
Cuando sea mayor quiere ser explorador,
pintar mariposas en
un lienzo de papel de arroz
encontrar tesoros
debajo de los ladrillos,
investigar cuerpos de princesas prometidas.
En su espalda lleva un saco que mamá le cosió de noche
cuando todos duermen y sueñan con un mundo mejor
y guarda en él un arco y unas flechas,
un cuaderno donde colorear sus sueños
y palabras que se quedan a mitad del camino.
Le gusta subirse a los árboles a mirar al cielo
y ver el tamaño de las cosas chiquititas,
que cree que le caben en la palma de su mano.
Le gustan los juegos de acertar
pensar que la luna es de queso
y algún día se la comerá entre el pan;
cuando las nubes
grises rompen a llorar
sale a oler las gotas que derraman,
cayendo sobre su
pequeña nariz
le gusta bebérselas y las cosquillas
que le hacen en las mejillas.
Mudito cree que el miedo no asusta
cuando salen las estrellas a brillar
y con su espada de madera
le gusta salir en busca de dragones
y personajes de cuentos malvados.
A sus pies tiene un camino lleno de maravillas,
el mundo entero en las palmas de sus manos
y vive rodeado de la fortaleza de un castillo
que está siempre en el aire,
esperando que suba algún día a jugar.
Sabe que el color del
cielo es para siempre
que algunas noches la luna no se refleja
en el estanque que hay sobre los pies de su cama,
que en primavera, las golondrinas, cada mañana
se sientan en el alfeizar de la ventana
hasta verlo salir de
la cama con colchón de plumas
en el que tanto le
gusta saltar
para colgarse la cartera del cole
y emprender la
aventura apropiada de su edad.
Cuando termina la primavera y él lo sabe,
se siente feliz porque irá a visitar a su mar
como cada verano y jugará con la princesa del instante
del color del azucar moreno con alma de gelatina,
que sólo habita en su mente para que nadie la pueda tocar,
la guarda entre sus manos y la esconde en la caja de zapatos
de papá
con la que fabricó un techo muy alto y cada noche antes de
dormir
la pone sobre su almohada para que lo proteja
de los monstruos imaginarios que viven en peceras.
Mudito es pasajero del tiempo sin cinturón de seguridad
sin piedras en los bolsillos, sin cordones en los zapatos,
pero cuando sea mayor vivirá en la torre del castillo
que flotaba en el aire mirando desde lo alto
el tesoro de su niñez reflejado en el estanque
que hay a los pies de
su cama,
por el que nada en busca del instante que le da la vida y le
recuerda
que siempre se esconde Mudito Corazón de León
en la profundidad de su interior junto al sonido del cascabel
Mayte Pérez (Cuando te encontré en el espacio)
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