DIMINUTA LOCURA
La niña le peina a la luna,
el reflejo de plata
pura
al cielo le canta un susurro
que cura el alma
y repara el sentido
perdido.
A orillas del río
se queda dormida
soñando un destino
labrando un camino.
Navega despierta en el cauce
sobre la hoja de papel
que el árbol que abrigó del sol a la pradera,
ha dejado caer sobre la suavidad de sus hombros tostados.
La niña de piel morena
de azúcar,
entra sus manos suaves
en contacto con la
frescura del agua,
la coge entre ellas ,
la acerca a sus labios
la bebe y la besa
y al tragar baja los párpados
y siente que vive una
vez más.
La niña se mece
al vuelo del viento,
se columpia en los cabellos
de la dulzura de la vida que la gestó,
camina ligera sobre las cuerdas de un violín
que un pirata tensa para ella.
La niña se acuesta en tu espalda,
espera palabras que tejer
para contarlas cosidas antes de dormir,
te mira y te ama,
te toca y te endulza la vida.
La niña te espera despierta,
con las ansias de entrar en tu mundo
desde la ventana que abres,
junto a tu costilla.
La niña te deja un espacio a su lado,
al verte llegar te abre los brazos
te ofrece el abrigo de un
un pétalo de rosa suave para comer
y un trago de río por el que fluyen
la locura del presente y
las ganas de amarte
al tocarte de nuevo.
Mayte Pérez
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